Analogía de la
Línea
Metáfora
utilizada por Platón para representar los géneros de realidad (Mundo Sensible
y Mundo Inteligible), los tipos de conocimiento (conocimiento sensible u
opinión y conocimiento inteligible o cognoscible) y sus especies.
En el libro VI de su obra “República” Platón utiliza la analogía o símil de la
línea para expresar las dos regiones de la realidad, sus divisiones y los
tipos de conocimiento que le corresponden: nos pide que dividamos una línea
en dos segmentos desiguales (AC y CB) y que volvamos a cortar cada uno de
esos segmentos (obtenemos así AD, DC y CE, EB). Cada subsección representa
una clase de objeto y de conocimiento en sucesión creciente de realidad y
claridad: el mayor tamaño de CB respecto de AC indica la primacía del género
de realidad y de conocimiento representado por CB respecto de los
representados por AC.
·
CE: entidades matemáticas y conocimiento matemático (pensamiento discursivo);
·
EB: las Ideas, particularmente la Idea del Bien y su
conocimiento (la dialéctica,
inteligencia, ciencia en sentido estricto o filosofía).
·
AD: sombras, reflejos de los
objetos en el agua y los objetos pulidos; Platón llama a este conocimiento conjetura;
·
DC: las cosas físicas o materiales y su conocimiento
mediante su percepción directa; da lugar al conocimiento denominado creencia.
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CONOCIMIE
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NTO SENSIBLE
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CONOCI
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MIENTO INTELECTUAL
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A
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D
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C
E
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B
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conjetura
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creencia
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pensamiento discursivo
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inteligencia o dialéctica
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imágenes
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cosas físicas
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entes matemáticos
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Ideas (Idea del Bien)
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MUNDO SEN
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SIBLE o visible
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MUN
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DO INTELIGIBLE
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Platón nos ofrece en el siguiente texto de
su obra República la analogía de la línea para representar los distintos niveles y grados de conocimiento:imaginación, creencia, pensamiento e inteligencia (la mayor perfección del alma y sinónimo de la filosofía).
"-Toma, pues, una línea que esté cortada en
dos segmentos desiguales y vuelve a cortar cada uno de los segmentos, el del
género visible y el del inteligible, siguiendo la misma proporción. Entonces
tendrás, clasificados según la mayor claridad u oscuridad de cada uno: en el
mundo visible, un primer segmento, el de las imágenes. Llamo imágenes ante
todo a las sombras y, en segundo lugar, a las figuras que se forman en el
agua y en todo lo que es compacto, pulido y brillante y a otras cosas
semejantes, si es que me entiendes.
-Sí que te entiendo. -En el segundo pon aquello de lo cual esto es imagen: los animales que nos rodean, todas las plantas y el género entero de las cosas fabricadas. -Lo pongo -dijo. -¿Accederías acaso -dije yo- a reconocer que lo visible se divide, en proporción a la verdad o a la carencia de ella, de modo que la imagen se halle, con respecto a aquello que imita, en la misma relación en que lo opinado con respecto a lo conocido? -Desde luego que accedo -dijo. -Considera, pues, ahora de qué modo hay que dividir el segmento de lo inteligible. -¿Cómo? -De modo que el alma se vea obligada a buscar la una de las partes sirviéndose, como de imágenes, de aquellas cosas que antes eran imitadas , partiendo de hipótesis y encaminándose así, no hacia el principio, sino hacia la conclusión; y la segunda, partiendo también de una hipótesis, pero para llegar a un principio no hipotético y llevando a cabo su investigación con la sola ayuda de las ideas tomadas en sí mismas y sin valerse de las imágenes a que en la búsqueda de aquello recurría . -No he comprendido de modo suficiente -dijo- eso de que hablas. -Pues lo diré otra vez -contesté-. Y lo entenderás mejor después del siguiente preámbulo. Creo que sabes que quienes se ocupan de geometría, aritmética y otros estudios similares dan por supuestos los números impares y pares, las figuras, tres clases de ángulos y otras cosas emparentadas con éstas y distintas en cada caso; las adoptan como hipótesis, procediendo igual que si las conocieran, y no se creen ya en el deber de dar ninguna explicación ni a sí mismos ni a los demás con respecto a lo que consideran como evidente para todos, y de ahí es de donde parten las sucesivas y consecuentes deducciones que les llevan finalmente a aquello cuya investigación se proponían. -Sé perfectamente todo eso -dijo. -¿Y no sabes también que se sirven de figuras visibles acerca de las cuales discurren, pero no pensando en ellas mismas, sino en aquello a que ellas se parecen, discurriendo, por ejemplo, acerca del cuadrado en sí y de su diagonal, pero no acerca del que ellos dibujan, e igualmente en los demás casos; y que así, las cosas modeladas y trazadas por ellos, de que son imágenes las sombras y reflejos producidos en el agua, las emplean, de modo que sean a su vez imágenes, en su deseo de ver aquellas cosas en sí que no pueden ser vistas de otra manera sino por medio del pensamiento? -Tienes razón -dijo. XXI. -Y así, de esta clase de objetos decía yo que era inteligible, pero que en su investigación se ve el alma obligada a servirse de hipótesis y, como no puede remontarse por encima de éstas, no se encamina al principio, sino que usa como imágenes aquellos mismos objetos, imitados a su vez por los de abajo, que, por comparación con éstos, son también ellos estimados y honrados como cosas palpables. -Ya comprendo -dijo-; te refieres a lo que se hace en geometría y en las ciencias afines a ella. -Pues bien, aprende ahora que sitúo en el segundo segmento de la región inteligible aquello a que alcanza por sí misma la razón valiéndose del poder dialéctico y considerando las hipótesis no como principios, sino como verdaderas hipótesis, es decir, peldaños y trampolines que la eleven hasta lo no hipotético, hasta el principio de todo; y una vez haya llegado a éste, irá pasando de una a otra de las deducciones que de él dependen hasta que de ese modo descienda a la conclusión sin recurrir en absoluto a nada sensible, antes bien, usando solamente de las ideas tomadas en sí mismas, pasando de una a otra y terminando en las ideas. -Ya me doy cuenta -dijo-, aunque no perfectamente, pues me parece muy grande la empresa a que te refieres, de que lo que intentas es dejar sentado que es más clara la visión del ser y de lo inteligible que proporciona la ciencia dialéctica que la que proporcionan las llamadas artes, a las cuales sirven de principios las hipótesis; pues, aunque quienes las estudian se ven obligados a contemplar los objetos por medio del pensamiento y no de los sentidos, sin embargo, como no investigan remontándose al principio, sino partiendo de hipótesis, por eso te parece a ti que no adquieren conocimiento de esos objetos que son, empero, inteligibles cuando están en relación con un principio. Y creo también que a la operación de los geómetras y demás la llamas pensamiento, pero no conocimiento, porque el pensamiento es algo que está entre la simple creencia y el conocimiento. -Lo has entendido -dije- con toda perfección. Ahora aplícame a los cuatro segmentos estas cuatro operaciones que realiza el alma: la inteligencia, al más elevado; el pensamiento , al segundo; al tercero dale la creencia y al último la imaginación ; y ponlos en orden, considerando que cada uno de ellos participa tanto más de la claridad cuanto más participen de la verdad los objetos a que se aplica. -Ya lo comprendo -dijo-; estoy de acuerdo y los ordeno como dices."
Platón, República, libro VI
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